Se trata de un riquísimo territorio que nace en las faldas de las montañas de los Picos de Europa y multiplica sus valles por las tierras de Babia, Luna, Omaña y Laciana. Paisajes que conservan numerosas aldeas con claro sabor tradicional en su arquitectura popular. Hay grandes embalses que permiten la práctica de deportes fluviales, y la pesca deportiva en un entorno de bosques y verdes praderas. Del conjunto destacan las localidades de Villablino - que entre otras muchas conserva la huella de su actividad minera -, Santa María de Ordás, Cabrillanes, y sus cuatro pequeñas lagunas, así como San Emiliano con el macizo de Peñaubiña y la comarca de Babia, transición entre la montaña Central y Occidental.
La Montaña de Luna limita con: Asturias (al norte); las comarcas tradicionales de Babia y Omaña al oeste); con las comarcas tradicionales de Gordón, Los Argüellos y Alba (al este); y las Tierras de Ordás (al sur).
Poblaciones tan conocidas como Babia, ganaron fama por la crianza de ganado. Los rebaños de merinas han sido su capital histórico, al localizarse en sus puertos los pastos de verano que durante siglos ha encontrado aquí la trashumancia. El entorno babiano supuestamente produce un efecto antiestrés, como ocurría con los reyes de León que se aislaban allí de sus problemas y preocupaciones, del mismo modo cuando no querían recibir a alguien en audiencia decían que «estaban en Babia».